Desde el último día de noviembre, mes que concluye con la festividad de San Andrés, Córdoba puede ofrecer a los cordobeses una nueva ruta turística que, con un calado esencialmente cultural, supone un notable aliciente para quienes visitan esta ciudad, una de las pocas en el mundo que cuenta con cuatro elementos considerados Patrimonio Universal de la Humanidad. Nos referimos a la que ha dado en denominarse «Ruta de las Iglesias Fernandinas». Un nombre con fuertes resonancias históricas y con el que se conoce a las iglesias construidas tras la reconquista de la ciudad por Fernando III, el Santo.
Se trata de construcciones que se erigieron a partir de la segunda mitad del siglo XIII y en las décadas siguientes con el objetivo no sólo de dar respuesta a las necesidades religiosas de la población cristiana que se asentaba en tan importante ciudad, junto a ésa función religiosa sirvieron así mismo como referencias de carácter administrativo, al convertirse en el punto de referencia de las diferentes collaciones en que se dividió la ciudad y que recibieron el nombre de dichos templos: collación de Santa Marina, de San Lorenzo, de San Miguel… Se erigieron en el estilo imperante en la época, el gótico, en sus diferentes manifestaciones, aunque en ellas pueden encontrarse numerosos elementos propios del arte de los mudéjares.
Esas iglesias se extendieron por los dos grandes recintos que, separados por una muralla interior, configuraban la Córdoba medieval, que eran la Villa y la Axerquía. Ambos estaban protegidos de los peligros que acechaban extramuros por unas poderosas murallas, jalonadas de numerosas torres y puertas de las que quedan algunos vestigios y que, pese a haber desaparecido, conservan su nombre entre los cordobeses: puerta de Colodro, de Almodóvar o del Puente. Las iglesias del primero de esos recintos eran siete, las de San Nicolás de la Villa, San Miguel, Santo Domingo de Silos, San Juan, Omnium Santorum y el Salvador, amén de Santa María que era la advocación bajo la que se había puesto la cristianizada mezquita aljama de los musulmanes. En la Axerquía se encontraban otras siete: Santa Marina, San Andrés, San Nicolás de la Axerquía, San Lorenzo, Santiago, San Pedro y la Magdalena. Con el paso de los siglos algunas de ellas han desaparecido. Es el caso de Santo Domingo de Silos, Omnium Santorum, El Salvador o San Nicolás de la Axerquía o la Magdalena, que fue desacralizada, para dedicarla a usos culturales.
Esas iglesias constituyen la mencionada ruta turística, a la que se puede acceder con el billete para visitar la Mezquita-Catedral y es una iniciativa del cabildo catedralicio cordobés. La iniciativa ha hecho posible que más allá de las horas de culto y de celebración de otros actos litúrgicos permanezcan abiertas en horario de mañana y tarde y puedan ser visitadas. A ellas se añade la iglesia del Carmen, que no es fernandina, pero cuya incorporación permite contemplar las riquezas que guarda en su interior. Entre ellas el espléndido retablo, obra que Valdés Leal dedicara a la orden carmelitana y a Elías, ese profeta del que nos habla el Antiguo Testamento y que terminó sus días de forma extraña: arrebatado por un carro de fuego, lo que ha dado lugar a las más esotéricas interpretaciones.
La iniciativa del Cabildo catedralicio nos señala las enormes posibilidades que ofrece el extraordinario patrimonio histórico artístico con que cuenta la ciudad y que no ha sido debidamente aprovechado. Todavía, en otros ámbitos, queda mucho por hacer.
(Publicada en ABC Córdoba el 12 de diciembre de 2018 en esta dirección)